Un juego sin fronteras by Paul Cuadros

autor:Paul Cuadros
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins
publicado: 2012-05-14T16:00:00+00:00

Era el primer día de la segunda temporada de los Jets. Estábamos programados para jugar como locales contra Northwood High School, nuestros rivales del condado. Era una escuela más grande que la nuestra y tenía un excelente equipo de fútbol. Northwood tenía la ventaja de contar con un eficiente sistema de suministro de jugadores a través de la Liga de Fútbol de Chatham, donde los chicos jugaban y se desarrollaban a medida que crecían. Mis chicos no tenían ese sistema. Los jugadores de Northwood también eran más grandotes que los Jets.

Hay un millón de cosas que hacer antes de un juego. Yo tenía que llevar los balones para el partido y los entrenamientos, las llaves de las luces por si las necesitábamos, los banderines de las esquinas y cerciorarme de que nadie hubiera faltado ese día a la escuela. También era el último día que Fish sería elegible para jugar. Quedaría fuera de la temporada incluso si llegaba al día siguiente. Yo había esperado que llegara ese día, pero eso no había sucedido. La semana anterior le había preguntado a Güero si Fish estaba en camino, pero se limitaba a mover la cabeza. Estábamos sin nuestro arquero estrella; aunque no importaba, pues Chisco tendría que asumir el reto. Mi amigo Matt, quien había sido portero en el Dartmouth College, lo estaba entrenando.

Yo me encontraba en la oficina de John Phillips examinando la lista de estudiantes retrasados y ausentes, asegurándome de que todos pudieran jugar, cuando escuché a Phillips decir con su voz retumbante, “¡Mister Cuadros! ¿Cómo está el equipo este año?”

“Pues estaría mejor si tuviéramos a nuestro arquero”, le dije sentándome un momento. La oficina del director deportivo era una especie de santuario de la JM. Los entrenadores y Moody asistían allí para hablar e intercambiar historias sobre los equipos y los estudiantes. Era como una barbería, en donde se hablaba de todo.

“¿Cuál es el problema con tu arquero, míster Cuadros?”, dijo Phillips pronunciando mi nombre en voz alta.

“Bueno, para empezar, está en México”.

Phillips sonrió. “No creo que te vaya a servir de mucho estando allá”. Moody entró a la oficina por la puerta del baño; había escuchado nuestra conversación. “¿Quién es el arquero?”

Yo se lo dije.

“Bien, está aquí”, me informó Moody, “llegó hoy”. Yo no podía creerlo. Me aseguré de estar hablando de la misma persona y Moody me lo confirmó. Yo no sabía nada sobre el regreso de Fish. Saqué un formulario de exámenes físicos y salí.

“Vaya por él, míster Cuadros”, escuché que Phillips me decía mientras yo salía por la puerta.

Fui directamente a la casa de Fish y lo encontré en el sofá de la sala. Estaba un poco más delgado y demacrado, pero se veía relativamente bien. Sólo podía imaginar lo que había padecido para llegar hasta allí, y le pregunté por qué no me había llamado. Se había registrado en la escuela tan pronto había llegado a casa, cumpliendo con los plazos para las matrículas escolares en el tiempo límite.

“¿Quieres jugar esta noche?” Yo no sabía si tendría las fuerzas para hacerlo.

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